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El cambio extremo que está transformando el centro de Bogotá

1 noviembre, 2015

Algo está pasando en el centro de Bogotá. Quienes habitan, trabajan o transitan por el sector de la calle 19 a la 26 entre las carreras 3.ª y 7.ª han comenzado a sentir lo que se avecina.

Camiones cargados con toneladas de bloques y varilla; doble troques con arena, piedra y gravilla, y una multitud de maquinaria pesada, mezcladoras, grúas y trabajadores de la construcción se confunden todos los días con estudiantes y oficinistas que suben y bajan por esas calles, en una conjunción de intereses que poco a poco van dibujando lo que será, en pocos años, este lugar: el mayor ‘campus’ estudiantil y universitario de Colombia.

La sensación es que la zona está en plena reconstrucción. A las casas viejas que otrora fueron de familia, luego burdeles o inquilinatos; lotes para parqueaderos o terrenos que parecían abandonados y edificaciones en decadencia las están reemplazando edificios de gran altura con una oferta de apartamentos desde 17 metros cuadrados.

En un recorrido por el sector se identificaron al menos diez grandes proyectos que están cambiando la fisonomía del viejo centro.

Sobre la calle 23, que por años fue ruta emblemática para llegar a la Universidad Jorge Tadeo Lozano, se adelantan tres complejos multifamiliares, algunos con espacios comerciales: Torre de la Independencia, de 90 apartamentos, en 19 pisos que dan frente a la Tadeo; la torre K23, de 182 apartamentos y 16 pisos, y Akros, con 144 apartamentos en 18 pisos, solo para vivienda.

Es decir, en una sola cuadra hay una oferta de vivienda estudiantil tipo apartaestudio para una o dos personas, lo que significa que a corto plazo a ese solo punto llegarán hasta 1.000 nuevos habitantes.

A los vecinos les gusta

“Estamos ansiosos por ver que terminen estas obras, pero que también el Gobierno se comprometa con la limpieza, la iluminación, la seguridad, la movilidad, porque en este momento esto está muy descuidado”, comentó Édgar Salcedo, de la tradicional cigarrería Marandúa, que funciona hace más de 30 años en la calle 19 con carrera 5.ª y está afectada por la presencia de indigentes y delincuentes.

A un par de cuadras de allí se adelanta el proyecto Torre Barcelona, en la carrera 5.ª con calle 21: dos torres, una de 28 pisos de oficinas y otra de 20 pisos de apartamentos con 246 alojamientos estudiantiles. Más adelante, por la misma vía, estará la torre 5.ª Avenida, con 16 pisos, 169 apartamentos y zona comercial.

“Ojalá esto mejore porque a veces, de noche, es muy peligroso”, dice Sofía, estudiante de la Tadeo que todos los días viaja en bicicleta desde su casa, cerca de Ciudad Salitre. Hace poco estuvo buscando apartamento en el edificio Recoleta de San Diego, una construcción recién entregada sobre la calle 24 frente a la biblioteca Nacional, pero ya estaba todo arrendado.

Una unidad habitacional de 17 metros cuadrados en una de esas torres vale poco más de 136 millones de pesos. El metro cuadrado en el sector oscila entre los 5 y los 8 millones de pesos.

Mario Noriega, urbanista, afirma que en el centro hay dos tipos de proyectos de renovación. Uno es el destacado modelo del Triángulo de Fenicia, mientras que otros, a su juicio, no dejan ni un solo metro de espacio público, pues “lo que buscan es construir más, sin retribuir nada”.

El Triángulo de Fenicia, un ambicioso y bien calificado proyecto de la Universidad de los Andes, conjuga vivienda de interés social para no sacar a las familias del sector de Las Aguas con servicios y comercio y una nueva oferta habitacional.

También está el proyecto de Manzana 5, el núcleo cultural y educativo en la avenida 19 con 3.ª. A un costado de la 26 está el moderno edificio de Artes de la U. Jorge Tadeo Lozano. Y en la calle 21 con carrera 5.ª, el campus de la Universidad Central, a una cuadra de la torre BD Bacatá.

“Cuando se construye lote por lote y no tienen un tamaño promedio, no dejan espacio público”, advierte Noriega, crítico del decreto 562 de renovación urbana, que liberó la altura de edificios y que, según la Administración, busca construir comunidades urbanas densas, compactas y con alta calidad urbanística que prioricen al peatón y a los ciclistas y garanticen la conectividad con el transporte público.

El secretario distrital de Planeación, Gerardo Ardila Calderón, advierte que todos esos proyectos que se están desarrollando en el centro ya tenían licencia antes del 562. “El ejemplo típico es la torre BD Bacatá, donde nosotros no tuvimos nada que ver”.

Tomado de El Tiempo

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